Viajar cuando no eres blanco/a
Viajo desde que tengo 15 años, tengo 29 ahora. Viajar era un sueno de niña, siempre he tenido ganas de descubrir nuevos paisajes, nuevas culturas, nuevas comidas… Para ser honesta, no he viajado mucho. En todo caso, mucho menos de lo que me hubiera gustado. Sobre todo, me he quedado en Europa. Hay tantas cosas que ver aquí.
Soy francesa pero naci en Sri Lanka. En Pisa, Ámsterdam, Estrasburgo, Barcelona… mis rasgos nunca me molestaron. Sufrí el racismo semanal durante mis 24 años pasados en Francia, pero en viaje nunca. Entonces, nunca me había planteado si el hecho de ser Cenégalo/a, Boliviano/a, Camboyano/a o Eslovaco/a tenia una importancia cuando viajas. Hasta mi viaje a Jordania.
Jordania era un sueño. El segundo país a visitar en mi lista. Soñaba con flotar en el mar Muerto y visitar Petra. Soñaba con descubrir un país cuyos cultura, paisajes… eran tan diferentes de los de los Estados que ya había podido visitar. Soñaba con despertarme con el sonido de la llamada a la oración, y probar un kebab de verdad. Para ser sincera, no preparé mucho mi viaje. Miré el Routard y la Lonely Planet en línea, miré varias veces el sitio de la Oficina de Turismo de Jordania y miré varios blogs. Nada más.
Cada visita en una de estas páginas me daba más ganas de descubrir este país lleno de promesas. En los blogs, lo que me marco más, era la descripción que estaba hecha de los jordanos, gente amable, acogedora, sonriente, respetuosa… Que las cosas queden claras, conocí a muchos Jordanos amables, acogedores, sonrientes, respetuosos… hasta me costó despedirme de unos de ellos. Jordania esconde un pueblo que cambia, y que se tiene que encontrar su sitio entre tradición y modernidad y muchos de ellos son adorables.
No hablaré de Petra aquí. Tuve el sentimiento que Petra era diferente, tal vez por que recibe un flujo incesante de turistas procedentes de todos los rincones del mundo: hombres, mujeres, niños de Europa, de Asia o de otros sitios… Me sentí muy bien en Petra y en las calles de Wadi Musa.
Gente increíble…
Hablaré de Amman y Aqaba que fueron mis dos otras paradas en Jordania. Otra vez, conocí a gente increíble, como mi couchsurfer en Amman, que me preparaba Cuba Libres a las 10 de la mañana porque estaba convencido de que en España (donde vivo) se bebe cocteles por la mañana (el país de la fiesta, ¿no?), que no me dejaba gastar ni un céntimo en comida (era su invitada), que se aseguraba de que no me faltara nada. Es él, que para mi primera noche, me invito a una barbacoa en la casa de unos amigos, donde el humo de la shisha se mezclaba con la de los porros, donde los vasos de vodka estaban distribuidos a la misma velocidad que las salchichas, donde las chicas rubias peroxidadas con escoltes evocadores jugaban con los niños de mujeres más cubiertas. La imagen de una Jordania que cambia y me acojo los brazos abiertos.
Conocí a otras personas increíbles, como esta mujer que me ofreció el desayuno y que no hablaba ni una palabra de ingles pero con quien pasé una hora riendo comunicando con fotos y sonrisas, este hombre que me explico su deseo de Europa y los cambios sociales que atraviesa su país, este chico en Aqaba que me enseñaba la ciudad de vez en cuando, el recepcionista del hotel que me llevaba chuches cada noche o los clientes alojados en el piso de abajo, que me ofrecieron suvenires “made in Jordán” el día antes de mi vuelo de vuelta. Es esta gente que hizo que me fue con la garganta cerrada.
En las calles de Amman
En Jordania, las mujeres en la calle, tienen que cubrirse los hombros y no enseñar sus piernas. Entonces, antes de marcharme, fui a comprarme ropa adecuada (yo que paso mis veranos en mini faldas y escotes, no tenía muchas cosas en mi armario^^). Es así que me paseaba en la calle: falda larga, camiseta de manga larga y fular en los hombros. Fue mi uniforme en Amman, como en Aqaba. Pienso que respetaba las normas. Entonces ¿porque en las calles de la ciudad baja de Amman, unos hombres me impedían avanzar bloqueando literalmente la calle, porque unos hombres me gritaban en árabe, porque cuando me acercaba de una tienda no me dejaban entrar, porque unos hombres me seguían en las calles? Primero, pensé que era porque era una mujer sola en el centro de la ciudad. Es la primera cosa en cual pensé. Pues, me dije “Porqué?” “Soy vestida correctamente y mujeres solas veo algunas”. Entonces, empecé a mirar los pocos turistas que había alrededor de mí. Vi a una familia, una pareja y… tres chicas solas. Eran todas blancas y rubias. Entonces, observé la actitud de los hombres con ellas. Por supuesto, mi observación no duro horas y no vale mucho. Solo es una observación subjetiva. Pero las vi andar tranquilamente sin que nadie se las bloque el pasaje o las gritan encima. Absolutamente nadie! Después, de un día en el Casco Viejo de Amman, estaba aliviada irme para Petra.
¿Racismo?
Llegué después en Aqaba. Viví la misma cosa. Con un premio más: invitaciones para compartir habitaciones de hotel con hombres dos veces más viejo que yo. Estaba muy contenta el segundo día encontrar a una China con quien pasearme y después a un Jordano que volviera a ver varias veces durante mi estancia. Cuando salía sin uno de mis nuevos compañeros de viaje, era siempre la misma escena incluso para ir a comprar una botella de agua o un kebab. Ahí, me di cuenta que la gente que tiene mis rasgos, gente de Bangladesh, Sri Lanka o la India para la mayoría tienen puestos de trabajo inferiores y son a menudo considerados como ciudadanos de segunda clase. Son en general explotados, pagos muy poco y víctimas de abuso (Según las ONG y la OMT, este tipo de tratamiento afecta también a los filipinos y los indonesios).
¿Era la razón? ¿Era por eso que me trataban así? ¿Porque para la gente con quien me crucé no podía ser una francesa de viaje pero una inmigrante sola en las calles?
No lo sé. No estoy segura de nada. Este viaje fue al nivel psicológico muy difícil para mí, pero fue compensado por la belleza exterior del país y la belleza interior de ciertos jordanos que conocí en el camino.
Después de este viaje, me pregunté: ¿cuál es la imagen inconsciente que tenemos del turista? ¿Es siempre blanco, occidental y rico? ¿Podemos viajar libremente si somos negros, amarillos o rojos? ¿Podemos ser percibidos como turistas cuando no somos blancos? ¿Es peor para una mujer no blanca? ¿Como los pueblos de Nicaragua, Laos o Mozambique se representan a los turistas?
Solo tenía ganas de hablar del tema porque es un sujeto que no se encuentra tratado en las guías turísticas y tampoco en los blogs y que cuando subes en el avión no estás preparado para eso.
¿Viviste algo similar? ¿Cuál es tu opinión sobre el tema? Dame tus impresiones!!
Seix primeras fotos: licence Creative Common. Flickr, auteurs de haut en bas, de gauche à droite: loborroso, Louis Vest, Shinji Watanabe, Chris Zerbes, massimo forestello, Luigi Morante // Las fotos de Jordania son mias.
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