Isla de Sal: Pedra de Lume
La Isla de Sal, en Cabo Verde, atrae numerosos turistas que quieren disfrutar de sus playas y también de sus salinas. Muchos visitan Pedra de Lume, un sitio peculiar que garantiza una experiencia única.
Para ir allí, hay dos opciones:
- tomar un aluguer desde Santa María hacia Espargos y luego un taxi. Así uno/a puede visitar a su ritmo y aprovechar de estar aquí para ver el pueblo cercano.
- hacer una excursión: acompañado/a de un/a guía, durante un periodo de tiempo limitado en el lugar.
Pedra de Lume: las salinas
El taxi nos deja en la entrada de las salinas, al lado de una caseta. Frente a ella, varios autocares están aparcados. Algo como veinte personas se mueven alrededor de nosotros. Hablan inglés, alemán, portugués…
Después de haber pagado 1100 escudos (10€), tenemos nuestros billetes que nos permiten pasar el túnel. Una vez la oscuridad dispersa, un panorama grandioso se despliegue frente a nosotros. En este paisaje volcánico, el marrón domina y contrasta claramente con el color de las salinas. Unos personajes altos de hierro se alzan a nuestra derecha, enormes estructuras que permitían el transporte de la sal.
Empezamos a bajar. Desde lejos vemos a gente que se esta bañando. Me acero entonces haber leído en la Lonely Planet que existía un lugar en Cabo verde donde bañarse y flotar como en el Mar Muerto. Se me había olvidado donde. Ya viví esta experiencia en Jordania así que sin pensárnoslo, nos dirigimos hasta la superficie de agua, muy contentos de llevar puestos nuestros bañadores. Después de un largo momento en el agua, nos paseamos por el sitio y descubrimos las varias parcelas que lo componen. La sal cree un paisaje férrico, un poco como la nieve. Este blanco tan blanco cree un contraste claro y crudo con la roca volcánica. Nos marchamos intentando grabar muchas imágenes en nuestra mente.
Un poco de historia
La explotación de las salinas de Pedra de Lume empezó en el siglo 16. Durante la expansión europea, los barcos de diferentes imperios venían a pillar la isla para poner sal a su carne y pescado. La cantidad de sal en el cráter era tan importante que él que la descubrió, Antonio da Noli, la había comparado a la abundancia de hielo en los Alpes…
En 1796, la explotación de la isla empezó a organizarse de una manera más justa para el país, evitando que terceros viniendo de fuera fueron los únicos a sacarse beneficios. Baja la dirección de Manuel Antonio Martins, la fuerza obrera caboverdiana abrió un túnel para hacer pasar la sal de las salinas hacia el puerto. Luego, Martins construyo un sistema de vías funcionando con la ayuda de un molino. El sitio fue abandonado poco a poco.
En 1919, un hombre de negocios local y una empresa francesa compraron el sitio. Dos años más tarde, el sistema de ingeniería que, aun hoy en día, marca el paisaje de Pedra de Lume, empezó a estar utilizado. Se trataba de 1100 metros de cable que podía llevar hasta 25 toneladas de sal por hora de la mina al puerto. En los años 60, la industria salina empezó a caer para nunca volver a conocer días mejores.
Pedra de Lume: el pueblo
Pasamos el túnel de vuelta y dejamos a los turistas detrás. Tomamos el camino sinuoso, andamos a lo largo de las estructuras de metal. El paisaje sigue siendo impresionante pero llegamos a altura del pueblo. Una pequeña iglesia blanca y azul se alza en frente de nosotros. El ruido de los coches, unas siluetas se dibujan. Es el puerto y sus carcasas tantas encalladas como abandonadas que descubrimos primero. Es difícil creer que hace unos años, había una vida animada aquí. Luego, descubrimos edificios que creemos ser antiguos almacenes en ruinas, dejando solamente lugar para la imaginación. Es así que dejamos este pueblo fantasma.
Un poco de historia
Nadie vivía en la isla de Sal, aun menos en la zona de Pedra de Lume, que era bastante desértica, hasta que Manuel Antonio Martins trajo unos esclavos africanos y unos caboverdianos de la isla vecina de Boa Vista, en 1796. Se empezó a construir una pequeña capilla. El pueblo se hizo algo más grande cuando, en principios del siglo 19, Martins construyo algunas infraestructuras suplementarias destinadas a la explotación de la sal y también unas casas para los trabajadores y una escuela y un comedor social.
Pedra de Lume es para mí el interés principal de una visita en la isla de Sal. Me encanto sentirme perdida en este pueblo en ruinas. El silencio del lugar y el misterio de las infraestructuras abandonadas de verdad, dan la impresión de visitar un lugar fantasma. Un ambiente propicio para que cada uno pueda imaginar la vida que transcurría hace solamente unas décadas.